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¿Qué le espera a México tras el triunfo de Trump?

Por Adriana Guzmán directora ejecutiva en  Brand PR Digital

Cada 12 años, México y Estados Unidos renuevan el tablero político con elecciones presidenciales celebradas con meses de diferencia. Y pese a los temores y los problemas, la relación bilateral es ineludible. Washington tendrá que lidiar con México y viceversa.

México es el principal socio comercial de Estados Unidos, el regreso de Trump a la presidencia enciende las alarmas pues se espera endurecimiento de la política de Estados Unidos hacia nuestro país.

El Índice de Riesgo-Trump, creado por la revista The Economist para medir el impacto de su regreso en el mundo, coloca a México a la cabeza de la lista de los países más vulnerables al segundo periodo del republicano. El magnate construyó su campaña en 2016 bajo consignas como “construir el muro”, el mito de los “bad hombres” y eslógans xenófobos como “cuando México envía a su gente, no nos mandan a los mejores”, sino a “violadores” y “asesinos”.

Ya en el Gobierno, amagó con una guerra arancelaria y la cancelación del tratado de libre comercio (TMEC) para convertir a México en un inmenso muro migratorio. En esta última contienda, Trump ha vuelto a golpear con declaraciones racistas y amenazantes.

Pero los especialistas y antiguos colaboradores, como Steve Bannon, advierten de que no es exactamente el mismo personaje que estuvo en el poder durante cuatro años. Sino que ahora “Viene recargado, o como dijo Bannon, en modo de guerra”.

Narcotráfico, migración y comercio son los temas con los que el ahora presidente electo ha amenazado a México.

El ambiente entre ambos países se ha enrarecido tras la inesperada y polémica captura de Ismael El Mayo Zambada y los cuestionamientos de Washington sobre la controvertida reforma judicial de AMLO, que somete la elección de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte a voto popular.

El Gobierno de Claudia Sheinbaum, que enfrenta atisbos de una crisis constitucional en pleno enfrentamiento con el Poder Judicial, culpa a Estados Unidos de la ola de violencia que arrasa a Sinaloa desde la detención del Mayo y rechaza las intromisiones de la Casa Blanca en su política interna.

El embajador Ken Salazar ha dejado claro que hay temores entre los inversores por la falta de garantías jurídicas, y ha buscado sanar las heridas por el operativo de captura de Zambada, tras no avisar ni consultar a sus contrapartes mexicanas antes de consumarlo.

Sin embargo, el intercambio de reproches y cuestionamientos prevalece y ha sido bastante público. Y los episodios de violencia extrema de las últimas semanas al sur de la frontera han sembrado dudas en Washington sobre la capacidad de México de controlar a los carteles.

Más que la migración o el combate al narcotráfico, el diagnóstico de The Economist es particularmente pesimista sobre México en los temas económicos. Una balanza comercial deficitaria, la importancia de las exportaciones y la dependencia económica de ambos países son los motivos principales. Pero los principales temas se mezclan. Las remesas, por ejemplo, alcanzaron un máximo histórico en junio, más de 6.200 millones de dólares. El tipo de cambio también ha sido un termómetro del nerviosismo político y los choques diplomáticos. Trump ya ha dado muestras de que se siente cómodo combinando agendas y ha condicionado la aprobación del TMEC al control migratorio.

El republicano prometió llegar a un millón de deportaciones anuales, lo que incluye también redadas y detenciones contra personas que llevan años en Estados Unidos. Las deportaciones masivas tendrían un impacto terrible para la economía estadounidense. Aunque los números de Trump no parecen realistas, sus declaraciones alimentan el nerviosismo porque hay cinco millones de mexicanos en situación irregular, de acuerdo con el Migration Policy Institute.

Acciones contundentes

“Va a haber, como lo hemos dicho, coordinación sin subordinación”, dijo Sheinbaum esta semana, una frase que también figuró en su primer acto masivo como presidenta, el pasado 1 de octubre. “Llegue el presidente Trump o la vicepresidenta Harris, esa es nuestra política, de que deben atenderse las causas profundas de migración”, agregó la mandataria, aunque el principio también aplica para otras áreas, como la seguridad.

Mucho se ha escrito sobre el manejo de Sheinbaum frente a Trump y cómo se configuraría la relación sin López Obrador. El expresidente abandonó el discurso confrontativo de la campaña de 2018 y “trabajó” a su homólogo estadounidense hasta llegar a un acuerdo transaccional: cooperar y a veces, ceder a cambio de no tener intromisiones estadounidenses en los asuntos internos.

Pero López Obrador ya no está y Sheinbaum no tiene ninguna experiencia de trato con Trump”. Incluso antes de su victoria en las elecciones de junio, habló en abril de la creación de un equipo para trazar una estrategia frente a Estados Unidos, coordinado por el actual canciller, Juan Ramón de la Fuente, y en el que también participa el excanciller Marcelo Ebrard. Trump, sin embargo, ha ridiculizado las negociaciones que tuvo con Ebrard, actual secretario de Economía y clave para la revisión del TMEC, y ha presumido en varios mítines que los mexicanos le dieron “todo lo que quería”.

En cuanto a mi opinión hay escepticismo cuán preparado está nuestro gobierno para lidiar con Trump. Estamos en los huesos en cuanto capacidad, tanto presupuestal como de personal para hacerle frente, debido a las políticas de austeridad impulsadas por López Obrador.

La red consular de México en Estados Unidos, con 53 delegaciones, es la mayor en el mundo, pero ha tenido que amarrarse el cinturón, como el resto de dependencias lo que posiblemente se reflejará en el número de deportaciones con la que ha amenazado el ahora presidente electo.

El destino de México nos guste o no, estemos de acuerdo o no, esta ligado al de Estados Unidos y la mejor estrategia que podría seguir nuestro gobierno bajo el liderazgo de Sheinbaum es negociar, ceder, defender y avanzar.

En migración al igual que en 2018 nuestro país deberá ceder y contener a los migrantes, tendrá que implementar acciones para evitar que crucen la frontera. Establecer políticas de lucha contra el narcotráfico al tiempo de defender la política exterior de no intervención, que va a ser el punto más sensible en este nuevo periodo de Trump.

El que el republicano elimine la dependencia de EEUU a los productos de Asia dará oportunidad a nuestro país de avanzar y promover la atracción de inversiones principalmente en manufactura y maquila.

México tendrá que implementar estrategias que beneficen aun más el nearshoring, para buscar un enfoque renovado en la relocalización de cadenas de suministro para atraer inversión hacia sectores mexicanos como la industria automotriz, que ya ha sido beneficiada.

La clave para México será fortalecer su institucionalidad, diversificar sus socios comerciales y hacer valer los beneficios del T-MEC. Fortalecer la seguridad, la justicia y la gobernanza para garantizar que las inversiones extranjeras sigan fluyendo y que se mantenga la estabilidad interna frente a las presiones externas.