Por Felipe Mendoza, Analista de Mercados Financieros ATFX LATAM
Esta semana, la economía mexicana ha estado marcada por movimientos externos con la decisión de tipos de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos que, aunque mantuvo su tasa en 4.50% de acuerdo a lo esperado, generó impacto con sus nuevas proyecciones económicas. La Fed ahora anticipa una reducción de tasas a 3.9% en 2025, pero al mismo tiempo, proyecta un menor crecimiento del PIB (1.7%) y un aumento del desempleo al 4.4%, lo que ha sembrado dudas sobre la solidez de la economía global. La respuesta de México en su política monetaria la siguiente semana, dependerá en gran medida de las decisiones y comentarios que surjan en Estados Unidos, dada la estrecha correlación entre ambas economías.
El peso mexicano inició la semana estable en $19.91 USDMXN, pero tras el comunicado de la Fed, comenzó a perder terreno y alcanzando un máximo de $20.26 MXN/USD el jueves. La incertidumbre sobre el futuro de la política monetaria estadounidense, los riesgos comerciales y los conflictos geopolíticos han sido factores importantes en esta depreciación.
Además, Jerome Powell, presidente de la Fed, subrayó que la inflación subyacente se ubicaba en 2.5%, pero que las medidas comerciales han elevado los precios y desacelerado el crecimiento. A pesar de que el mercado laboral sigue fuerte, las expectativas inflacionarias han aumentado, lo que mantiene la presión sobre la Fed. Ante este panorama, el banco central estadounidense sigue con un enfoque restrictivo, aunque con margen de maniobra para ajustar su política si las condiciones económicas lo requieren.
Este contexto también pone en el centro de la discusión a Banxico, que en su próxima reunión del 27 de marzo deberá evaluar si mantiene su tasa en 9.50% o inicia un ciclo de recortes. La política monetaria en México suele estar alineada con la de la Fed, ya que un diferencial amplio entre ambas tasas puede provocar salidas de capital y presionar aún más el tipo de cambio. Si la Fed efectivamente baja tasas este año, Banxico podría verse en la necesidad de seguir el mismo camino, aunque con más prudencia, dependiendo de cómo evolucione la inflación y el crecimiento en el país.
En cuanto a la actividad económica mexicana, los datos tampoco han sido alentadores. El Indicador Oportuno de Actividad Económica (IOAE) sugiere una contracción del 0.7% anual en febrero, reforzando la expectativa de un crecimiento débil para 2025, con estimaciones que oscilan entre 0.8% y 0.9%. Además, en el ámbito comercial, México reportó un déficit de 4,558 millones de dólares en enero, con una caída considerable en las exportaciones petroleras, lo que refleja los desafíos que enfrenta el sector externo.
A pesar de este panorama incierto, los mercados financieros han mostrado cierto optimismo. La Bolsa Mexicana de Valores registró ganancias, alcanzando los 53,339 puntos. La mirada ahora está puesta en la próxima decisión de Banxico y en los eventos internacionales que seguirán marcando el rumbo económico en las próximas semanas.
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